Las recomendamos nutricionales en torno a la alimentación de los lactantes son claras al respecto: no se debe introducir leche de vaca antes de cumplir el año de vida. Esto se debe a que, en primer lugar, la leche de vaca no ofrece una cantidad suficiente de ciertos nutrientes. Por otro lado, a los menores de un año les cuesta trabajo digerir las proteínas y la grasa presentes en la leche de vaca, de ahí que su introducción precoz pueda ocasionar distintas complicaciones.
En lo que respecta a la incapacidad para dar respuesta a las necesidades nutricionales de niños y niñas durante el primer año de vida, la leche de vaca ofrece un insuficiente aporte de hierro, zinc y ácidos grasos esenciales (todos nutrientes fundamentales para el correcto desarrollo), al mismo tiempo que un excesivo contenido de proteínas y sodio.
Justamente, el inicio de la alimentación complementaria (indicado a partir de los 6 meses de vida) es un período especialmente vulnerable tanto a la deficiencia de dichos nutrientes como a la sobrecarga potencial de solutos, de ahí que no se recomienda la introducción de leche de vaca antes del primer año de vida.
Potenciales problemas
La excesiva concentración de proteínas y minerales en la leche de vaca puede causar estrés en los riñones inmaduros de un recién nacido y ocasionar enfermedades graves si se presenta deshidratación, fiebre o diarrea. Incluso, puede causar anemia por deficiencia de hierro en algunos bebés debido a que las proteínas de la leche de vaca pueden irritar el revestimiento del estómago y los intestinos, lo que produce pérdida de sangre en la materia fecal y dificulta la correcta absorción de los nutrientes de los alimentos.
Por último, la leche de vaca no contiene los tipos más saludables de grasas para los bebés en crecimiento.
En definitiva, la leche materna es naturalmente el primer alimento para el recién nacido, ya que provee toda la energía y nutrientes que el bebé requiere durante sus primeros meses, y cubre hasta la mitad de las necesidades nutricionales durante su segundo semestre de vida.
En las situaciones en las que por diferentes motivos no es posible la lactancia, son las fórmulas infantiles las que pueden cumplir ese rol en la alimentación de niños y niñas antes de cumplir su primer año de vida.
Por qué no a la leche de vaca antes del año de vida:
- La leche de vaca tiene 3 veces más proteínas de las que un niño necesita. El exceso de proteínas implica riesgos de sobrecarga renal y obesidad.
- Se necesitan 9 litros de leche de vaca para aportar el hierro necesario por día. Bajas ingestas de hierro se asocian a mayor riesgo de anemia.
- Tiene más del doble de sodio que la leche materna. Un exceso de sodio produce riesgos de hipertensión, retención de líquidos y deshidratación.
- Los primeros meses de vida son cruciales para el desarrollo neurológico, visual e inmunológico del niño. Las grasas esenciales favorecen este desarrollo y no están presentes en la leche vaca.
- La leche de vaca no tiene el efecto bifidogénico (no tiene ingredientes benéficos para la flora intestinal). Los prebióticos mejoran el perfil bacteriano intestinal, el tránsito intestinal y la respuesta inmune.
- Los lactantes pueden desarrollar alergia a la proteína de la leche por exposición temprana debido a antígenos o macromoléculas que contiene.